Cuando de pronto los cerrojos del
crepúsculo...
Dylan Thomas - Izis Israëlis Bidermanas
Cuando de pronto los cerrojos del
crepúsculo
ya no encerraron el largo gusano de mi
dedo
ni maldijeron al mar enroscado en mi
puño,
la boca del tiempo sorbió como una
esponja
el ácido lechoso en cada gozne
y se tragó los líquidos del pecho hasta
secarlo.
Cuando el mar de galaxia fue sorbido
y liberado todo el lecho seco del mar,
envié a mi criatura para explorar el
globo,
el mismo globo de pelos y osamenta
que cosido a mí mismo por mi mente y mis
nervios,
mi frasco de materia ligara a su
costilla.
Mis fusibles calcularon el tiempo para
impulsar su corazón,
él estalló, hecho polvo, hacia la luz
y celebró con el sol un pequeño sabático,
pero cuando los astros asumiendo su forma
dibujaron las briznas del sueño en sus
ojos,
ahogó dentro de un sueño las magias de su
padre.
Todo surgió armado de la tumba
el cáncer pelirrojo, vivo aún,
los ojos velados de cataratas con sus
turbios tejidos;
algunos muertos deshicieron sus quijadas
tupidas,
y hubo bolsas de sangre que soltaron sus
moscas;
él supo de memoria el sendero de cruces
funerarias.
El sueño navega las mareas del tiempo;
el áspero sargazo de la tumba
entrega a sus muertos en este mar tan
laborioso;
y el sueño mudo rueda por los lechos
donde las sombras comen el alimento de
los peces
y a través de las flores, emergen hacia
el cielo.
Cuando de pronto giraron las tuercas del
crepúsculo,
y la leche materna fue dura como arena,
envié a mi propio embajador hacia la luz;
por truco o por azar él se durmió
y por arte de magia se armó de una
osamenta
para robarme los fluidos en su corazón.
Despierta, mi durmiente, hacia el sol,
trabajador en la mañana pueblerina
y deja a este soñoliento en el sitio en
que yace;
han caído los cercos de la luz,
sólo quedan en pie los jinetes más
diestros,
y hay mundos que cuelgan de los árboles.
Dylan Thomas - Izis Israëlis Bidermanas
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